El acné es una afección, desorden crónico, trastorno dermatológico, o simplemente y más conocido como una enfermedad de la piel, que se manifiesta en los folículos pilosos y las glándulas sebáceas, causada por una infección bacteriana esta produce lesiones en la piel que se caracterizan por espinillas negras, brotes de granos, quistes, abscesos infectados y (algunas veces) cicatrices. Suele estar influenciado por distintos cambios hormonales que ocurren durante la pubertad, el embarazo, etc.
Acné es básicamente un padecimiento cutáneo del conducto pilosebáceo, de causa multifactorial y carácter autolimitado que perjudica especialmente a las zonas epidérmicas con mayor densidad de glándulas sebáceos, entre las que sobresalen la cara, el pecho y la parte superior del dorso. El acné aparece cuando los poros de la piel se taponan porque el sebo y las células de la piel se amontonan de modo más veloz del que pueden expirar. La traba ocasiona una hinchazón del conducto (originando puntos blancos) y la pieza superior de la traba se puede ensombrecer (produciendo puntos negros).
Durante muchos años se ha ligado al acné con el consumo de ciertos alimentos, sobre todo los que contienen grasa como los chocolates o las oleaginosas, pero no se ha podido comprobar que haya ninguna relación entre el tipo de alimentación y el acné. Lo que sí puede haber es un factor hereditario que predisponga a la enfermedad.
En realidad, el causante del acné, son los cambios hormonales que se presentan durante la pubertad y adolescencia y que hacen crecer las glándulas sebáceas de la piel, aumentando la producción de sebo y su acumulación.
El acné aparece principalmente en la cara (frente, cerca de la nariz y donde comienza la cabellera), en la espalda y en el pecho. La mayoría de los pacientes afectados presentan un aumento en el número de propinibacterium acnes, bacteria que generalmente encontramos en la piel, pero cuando ésta es abundante causa inflamación.
Los granitos que forman el acné, contienen además bacterias, células muertas de la piel y otros desechos y se forman cuando el sebo tapa los poros. Hay ocasiones en que el acné es desencadenado por el consumo de ciertas pastillas anticonceptivas, por lo que es importante consultar con el médico sobre los efectos y la conveniencia de utilizar aquellos que no lo favorezcan. Tampoco se ha comprobado que el acné pueda contagiarse mediante el contacto de piel a piel, pero por higiene es recomendable evitarlo, sobre todo cuando los granos están supurados.
Lo que sí tiene una relación directa con el desarrollo de acné, es el estrés, que si bien no ocasiona la enfermedad, puede agravarla cuando se padece, por lo que es recomendable tratar de controlarlo.
Las alergias y algunas enfermedades eruptivas pueden manifestarse de forma parecida al acné, por lo que es importante, si se tiene la duda, consultar al médico para que determine cuál es la enfermedad real.
Además, varios estudios han confirmado la relación de las hormonas, como la testosterona (hormona masculina), con la sobreproducción sebácea y la aparición de acné.
Existen otros factores, además de los hormonales, que aumentan las probabilidades del acné: por ejemplo, la exposición a condiciones climáticas extremas, algunos tumores y el uso de ciertos medicamentos (tales como cortisona, testosterona, estrógenos y otros).